La leyenda reza que allá por los inicios del siglo XIX los mineros que explotaban las faldas de El Picacho, en lo que ahora es el barrio El Edén, veían deambular una leona, la presencia del animal en la boscosa región devino en el actual nombre para la zona, todavía deshabitada en ese entonces; con el transcurrir del tiempo se aprovechó la altura del cerro para cimentar un mirador improvisado con una champas de descanso.

Calles antiguas alrededor del Parque La Leona - Foto de Manuel Torres
Calles antiguas alrededor del Parque La Leona – Foto de Manuel Torres

A la vez se levantó el parque Manuel Bonilla, con una estatua dedicada al exmandatario, pero las personas lo bautizaron popularmente Parque La Leona, un barrio que Presume sus parajes de antaño, historia que nos cuenta Eduardo Dominguez a través de un articulo publicado en El Heraldo y que reproducimos a continuación:

La Leona 

El barrio La Leona todavía conserva sus aires de antaño. Casas de adobe, techos de teja de barro, escalinatas y calles empedradas son el reflejo de una comunidad que se resiste a abandonar su cariz antiguo.

Caminar por los senderos de la histórica zona es un viaje en el tiempo hacia la Tegucigalpa del recuerdo. Y es que aún se pueden escuchar las pisadas de las mulas cargadas de plata que venían desde las minas de San Juancito a la capital.

Leyenda

Un enigma rodea tanto el origen como el desarrollo del emblemático barrio.

Le leyenda reza que allá por los inicios del siglo XIX los mineros que explotaban las faldas de El Picacho, en lo que ahora es el barrio El Edén, veían deambular una leona, la presencia del animal en la boscosa región devino en el actual nombre para la zona, todavía deshabitada en ese entonces. Con el transcurrir del tiempo se aprovechó la altura del cerro para cimentar un mirador improvisado con una champas de descanso.

Parque Manuel Bonilla – Foto de Nuestro Origen

A la vez se levantó el parque Manuel Bonilla, con una estatua dedicada al exmandatario, pero las personas lo bautizaron popularmente parque La Leona. Luego, el crecimiento de la ciudad en la mitad del siglo XIX se tradujo en la llegada de mineros mestizos que poblaron el área mencionada.

Legado que no muere

Pero el nombre de barrio La Leona bien puede hacer ahora alusión al estado de aquel felino que, a pesar de estar gravemente herido, se niega a morir.

Pues aunque la inseguridad quiere extender sus tentáculos hasta sus parajes, es uno de los pocos sitios en los que sus pobladores pueden relajarse al aire libre. También atesora emblemáticos senderos como el Owen, la Pedrera, Estrecho y Belluci, todavía muy transitados.

Sin olvidar la popular cuesta de La Leona y la casa de la fallecida Rosbinda Walther, protectora de la fauna hondureña y a quien el zoológico Rossy Walther debe su nombre.

Su parque, pese al abandono, conserva un original encanto que seduce a los capitalinos, siendo para muchos un santuario de los enamorados.

Y seguramente nadie podrá despojar a la antañona región de su espectacular vista panorámica de Tegucigalpa.

Niños, jóvenes y adultos de los barrios vecinos pueden guardar en su memoria una estampa inigualable de la capital de Honduras.


4 Responde a “La antigua leyenda del barrio La Leona”

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