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Historias Del Centro

HISTORIAS DEL CENTRO

Luis ha soñado en convertirse en chef desde los ocho años y está esmerado en convertir su sueño en realidad. Actualmente, estudia en la Academia Culinaria Hondureña. Hace dos años está apoyando a los locatarios del Mercado San Miguel, guiándolos hacia un espacio aseado, bonito, feliz y bien administrado. Luis combina su talento para la fotografía y su pasión por la comida al hacer retratos de deliciosos platillos. Es un amante de la naturaleza y le fascina capturarla en fotografía. #HistoriasDelCentro

Él es Luis, ha soñado con ser chef desde los 8 años y está esmerado por conseguirlo. En la actualidad es estudiante en la Academia Culinaria Hondureña. Hace dos años está apoyando a los locatarios del mercado San Miguel, guiándolos hacia un mercado aseado, bonito, feliz y bien administrado. Luis combina su talento para la fotografía y su pasión por la comida haciendo retratos de deliciosos platillos, también es amante de la naturaleza y le fascina fotografiarla.

Nos cuenta Don Francisco: “Tengo 90 años y hace 70 años comencé mi puesto de abarrotes aquí en el Mercado San Miguel. Antes tenía techo de teja, piso empedrado, locales de madera. Estoy muy orgulloso de haber sido parte de la evolución. Tres de mis once hijos también tienen sus negocios aquí.” Le preguntamos si quisiera agregar algo más. “Sí, estoy loco por mis nietos y me encanta bailar.” #MercadoSanMiguel #HistoriasDelCentro

Don Francisco tiene 90 años y nos cuenta que hace 70 años cuando él comenzó con su puesto de abarrotes, el mercado San Miguel tenía techo de teja, piso empedrado y locales de madera y está muy orgulloso de haber sido parte de su evolución. 3 de sus 11 hijos tienen ahí mismo sus negocios. Además, está loco por sus nietos y le encanta bailar.

Doña Mina tiene su puesto de condimentos e inciensos desde 1958 en el Mercado San Miguel. Ha sido testigo de cómo los negocios han pasado de manos de los padres a sus hijos. En este momento ella es la propietaria más antigua que tiene el mercado y nos cuenta que trabajar es lo que la hace feliz.

Hoy nuestras #HistoriasDelCentro las cuenta Miguel. “Tengo añales vendiendo cocos. Traigo cien diarios. Estoy todos los días desde mediodía hasta las siete de la noche, pero los domingos es cuando más se vende.” Un coco cuesta entre veinte y veinticinco lempiras. Podes preguntarle a Miguel vos mismo. #VuelveAlCentro

El precio de los cocos oscila entre 20 y 25 lempiras.

“Soy Gonzalo Banegas, tengo 55 años y lustro zapatos hace 38 años en El Centro.

La parte más importante de mi trabajo es cumplir con mi familia, porque la familia es lo más valioso que tiene un ser humano. Tengo tres hijos que son bachilleres industriales. Después de eso, lo más importante es el bienestar que siento cuando veo a mis clientes satisfechos.”

Para los que se preguntan, el precio para lustrar tus zapatos oscila entre 15 y 30 lempiras. Pasa saludando a Gonzalo y #VuelveAlCentro.

#HistoriasDelCentro

Conozcan a Don Andrés, experto en la historia de nuestro General Francisco Morazán. Lleva cinco años aquí en Casa Morazán, pero su narrativa con El Centro comienza mucho antes que eso. Nosotros queremos conocer cada detalle (siempre nos pasamos de entrometidos).

Lo encontramos inmerso en la biografía del General Francisco Morazán, escrita por Eduardo Martínez López. Levantando los ojos del libro, nos cuenta que siempre ha estado relacionado con el arte, incursionando desde joven en la música por su iglesia y el coro escolar.

Como músico autodidacta, su mayor interés ha sido la música folclórica latinoamericana. Fue parte de un grupo musical llamado Kaykak; traducido desde la lengua maya significa canto nuevo. Después de tocar música andina en lugares públicos, hoteles y embajadas, participó en Voces Universitarias de Honduras, creado por Los Locos de Guanacaste.

¿Y por qué se retiró? le preguntamos.

Porque solo me generaba satisfacción, nos responde.

Y la historia continúa, con más de cien presentaciones en el Teatro Nacional Manuel Bonilla, un trayecto artístico de más de diez años en el mismo, trabajando con tramoyas, construyendo e imaginando escenarios, perfeccionando luces y sonidos.

También trabajó en la Hemeroteca Nacional mientras José Adán Castelar era director, descubriendo la riqueza de la historia y la cultura hondureña. Se enamoró de la lectura y hoy lee todos los periódicos.

Músico autodidacta, enamorado de las letras–también conoce los químicos por su tiempo en la Secretaría de Salud–ah, si, la Secretaría de Salud también se encuentra en El Centro–cinco años en Casa Morazán, personaje esencial del centro histórico de nuestra querida ciudad. Esperamos poder seguir contando su historia.

Dice que se ha presentado más de 100 veces en el teatro Manuel Bonilla, en el que después tuvo la oportunidad de trabajar por más de 10 años en la parte de las tramoyas, escenarios, luces y audio. Como ya entendía qué era ser el artista no le molestaba hacer todos los cambios que le solicitaban. Allí vivió la transición del equipo obsoleto al nuevo de luces y audio.

También trabajó en la Hemeroteca Nacional mientras José Adán Castelar era el director, se dio cuenta de la riqueza de la historia y cultura hondureña y se hizo adicto a la lectura. A diario lee todos los periódicos, y lo encontramos leyendo la Biografía del General Francisco Morazán escrita por Eduardo Martínez López.

También tuvo la oportunidad de trabajar en la secretaría de salud y allí aprendió de químicos.

LLeva 5 años trabajando en Casa Morazán, su trabajo y contar la historia del General le satisfacen.

Siempre ha estado relacionado con el arte, incursionó desde joven en la música por la iglesia. En la escuela su maestro notó sus dotes musicales, estuvo en el coro. Siempre ha sido autodidacta.

Su mayor interés ha sido la música folkórica latinoamericana. Fue integrante por 12 años de un grupo musical llamado Kaykak, que en lengua maya significa canto nuevo, en el que tocaban música folkórica andina y centroamericana. Tocaban en lugares públicos, hoteles, embajadas etc… También estuvo en “Voces Universitarias de Honduras”, que fue creado por “Los locos de Guanacaste”, ese grupo todavía existe y fueron denominados como Los embajadores de la música folkórica hondureña. Se retiró de la faceta artística ya que eso no le generaba ingreso monetario, solamente satisfacción.

Rey Antoni

¿Quienes conocen la historia de hoy? Cuando nos acercamos a platicar con Rey Antoni Edén Nelson, nos dice, “Yo creo que se encuentran con una de las personas más aburridas del mundo.” Estamos frente al MIN; en su regazo Antoni sostiene el libro The Fate of Man. “Yo sólo saco la esencia de las cosas, lo demás lo desecho.” Aprendió a jugar ajedrez en su adolescencia y le apasionó. Hace un tiempo le regalaron un set para jugar y él lo presta a quienes se lo pidan, mientras trabaja en sus arbolitos de alambre, que es una de las manualidades que fabrica para vender. Antoni también habla inglés y ha estado en varias partes de Europa. “En el ajedrez juegan los valores morales y el carácter del jugador. Yo soy moralista y esa es la parte más importante de mí, eso es lo que yo quisiera dejarle a nuestro país.” Antoni es un hombre sumamente inteligente y regala las conversaciones más amenas. Contrario a lo que nos intentó hacer creer, no es para nada aburrido.

Tiene 24 años de vender mangos y así ha graduado a sus 3 hijas, una ya es Química Farmacéutica. Los mangos vienen de varios lados, en éste caso los que tenía eran nicaragüenses.

Nos cuenta Sandra: “Mis mangos vienen de todas partes, los de hoy son nicaragüenses. Tengo 24 años de vender mangos y así he graduado a mis tres hijas. Una ya es química farmacéutica.” #HistoriasDelCentro

frutería don juan
Vamos a Las Frutas,” dicen algunos. Otros dicen, “La Frutería.” También “Las Ensaladas”, “Donde los Tigres”, “Donde Pajarito”, “La Frutería de Juancito”, una esquinita por las vueltas de La Leona donde venden la fruta más fresca y deliciosa…pero oficialmente se llama “Frutería Don Juan.”
Don Juan comenzó vendiendo frutas en una carreta en 1984. Esa carreta lo acompañó por 21 años y hace 11 años tiene su local en El Centro, justo a la par de la papelería Don Quijote y frente al Instituto Atlántida. Para Don Juan, lo más importante es consentir a sus clientes y tratarlos como reyes. Por eso es que regresan y son clientes desde hace años. Junto a Rafael, que tiene 20 años trabajando con él, se convierten en “el dúo dinámico.” Rafael nos cuenta que es bachiller en electricidad, pero no ha querido dejar las frutas. Sus principales clientes son los alumnos de todos los colegios del centro y las personas que trabajan en la zona. Los precios oscilan entre 5 y 10 lempiras, la fruta es fresca, dulce, jugosa y deliciosa. Más parece que venden bolsitas de salud y amor. ¿Qué esperan para ir por la suya?

Tiene 24 años de vender mangos y así ha graduado a sus 3 hijas, una ya es Química Farmacéutica. Los mangos vienen de varios lados, en éste caso los que tenía eran nicaragüenses.

Nos cuenta Sandra: “Mis mangos vienen de todas partes, los de hoy son nicaragüenses. Tengo 24 años de vender mangos y así he graduado a mis tres hijas. Una ya es química farmacéutica.” #HistoriasDelCentro

© Vuelve Al Centro | 2017
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