La Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) fue fundada en 1940 por el Presidente Tiburcio Carias Andino, quien otorgó el proyecto de creación a los artistas Arturo López Rodezno, Max Euceda, Samuel Salgado y Salvador Posadas.
Dichos artistas se habían propuesto la creación de tal escuela en concordancia con el presidente. El mismo año se ubicaron en el edificio de artes de la ENBA en la 6ª calle, 2ª y 3ª avenida, frente al Parque “La Libertad” en Comayagüela, constituyéndose desde entonces en el epicentro de la formación y creación plástica moderna del país. Dicho edificio, de estilo neoclásico, había servido como sede del cabildo municipal de la Ciudad de Comayagüela desde el año de 1915, y se erigía como uno de los principales edificios públicos de toda la zona por su señorial y elegante construcción. Pero a partir de la creación de la ENBA–y hasta la actualidad–funge como sede de la principal academia de arte del país.

La importancia de la Escuela Nacional, especialmente de su Director López Rodezno, es que fue uno de los primeros artistas que buscó desarrollar algunas manifestaciones nacionales en la pintura hondureña. Él, imbuido del arte muralista que irradiaba desde México, merced al trabajo de Diego Rivera, y aprovechando la parafernalia Indigenista propagada por el régimen de Carías Andino, se inclinó a producir un “muralismo decorativo”, que era la expresión artística en boga en esa época en Latinoamérica.

De esa forma, comenzó a crear una serie de obras, como por ejemplo la colección de 17 azulejos que realizó para decorar el “Aeropuerto Toncontín” de Tegucigalpa; también el mural conocido como “Corredor Maya” de la Escuela Nacional; el mural del Banco Atlántida, el más importante del país, así como otro mural para el Banco Nacional de Fomento (BANAFON). Así, López Rodezno introdujo en Honduras la corriente muralista y a la vez se decantó por retomar temas inspirados en la “grandeza de la civilización maya”, la cual era toda una tentativa oficial por construir un discurso nacionalista que enalteciera el mestizaje (entre indígenas, pero según el Estado mayas, y españoles) como esencia de sociedad hondureña.

En suma, el legado y herencia de la Escuela Nacional de Bellas Artes fue sentar las bases formativas, técnicas y estílisticas para introducir en Honduras las corrientes estéticas vanguardistas y modernas en el país, y a la vez, producir un movimiento tendente a la formación de una plástica, a la vez universal pero también nacional, pues empezó a plasmar temáticas y tópicos nacionales y nacionalistas, como por ejemplo la cultura Maya e indígena, el paisaje nacional, los personajes populares y de la élite, los héroes y episodios nacionales, las costumbres y tradiciones, etc. Finalmente, el inmueble que ocupa la Escuela Nacional, forma parte del patrimonio cultural y artístico de la queridísima ciudad de Comayagüela.

Escrito por Jorge Alberto Amaya

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La ciudadanía animada de Comayaguela, frente al edificio en ocasión de una reunión de “cabildo abierto”, década de 1910. (Foto colección del historiador Edgar Soriano)


14 Responde a “La Bella Escuela Nacional de Bellas Artes”

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