Quizá la mayoría de los tegucigalpenses ni saben como se llama la montaña que está al oeste del centro de la capital, ese enorme peñasco al que conocemos por “El Berrinche”.

Un nombre que significa “Enfado grande y violento que se muestra con llantos, gritos, gestos o irritaciones muy visibles; en especial, el enfado acompañado de llantos y gritos de los niños”, que en Tegucigalpa no fue cosa de niños, fue cosa de adultos quienes al no lograr ponerse de acuerdo protagonizaron una de las más violentas revueltas del país.

Todo comenzó en 1924 cuando los liberales y nacionalistas se preparaban para ir a elecciones presidenciales, el partido Nacional con un candidato único que era el Abogado Tiburcio Carías Andino, y los Liberales por su parte divididos en dos facciones, una encabezada por Policarpo Bonilla y Juan Angel Árias, al contabilizarse los resultados quien sacó más votos fue Carías (40,953) seguido por Bonilla con 35, 474 y 20,839 para Árias, según estos resultados ganaba Carías pero los liberales alegaron que según la constitución la suma de los votos de ambos candidatos liberales hacían ganador a su partido.

Ante tal conflicto, la responsabilidad de dirimir y aclarar la diferencia de criterio recayó en el Congreso Nacional el cual no logró ponerse de acuerdo, situación que fue aprovechada por Luis Gutierrez, presidente saliente, quien decidió quedarse en el poder declarando ley marcial para según él lograr calmar los ánimos, acción que logró todo lo contrario.

Fue así que todos los bandos se fueron a las armas provocando la segunda guerra civil en Honduras, varias facciones, unas al mando del general Vicente Tosta y otras con Vicente Ferrera se levantaron en armas en el occidente al mismo tiempo que Carías hizo lo suyo en Lamaní, Comayagua.

Y eso no fue todo el relajo porque también se sufrió de la intervención directa de Estados Unidos en dicho conflicto, ellos por medio de las compañías bananeras financiaron y apoyaron facciones a su conveniencia y su posición e intervención se hizo más que evidente cuando barcos de guerra de ese país se anclaron en las costas atlántica y pacifica de Honduras, así como la presencia en Tegucigalpa de un grupo del Cuerpo de Marines que junto con la contratación de mercenarios hicieron el primer bombardeo en la historia de Tegucigalpa.

Irónicamente fue por la mediación del delegado de los Estados Unidos que las facciones en pugna lograron ponerse de acuerdo y declararon un cese al fuego, firmándose una convención el Amapala en la cual Vicente Tosta fue elegido como presidente provisional de la república.

Vea imágenes del conflicto en UNAH  y un análisis histórico de parte de Rolando Zelaya y Ferrera

Marines que se agruparon en Las Torres


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