En la plaza La Merced, localizada al norte del Congreso Nacional se encuentra una serie de esculturas de diferentes autores y colocadas en diferentes épocas…

Dos de las más conocidas y que fueron las primeras en colocarse en la plaza son las de  José Trinidad Cabañas y la del Presbítero José Trinidad Reyes las que están talladas en mármol de Carrara y que fueron esculpidas por el italiano Francisco Durini, décadas más tarde nuestro escultor nacional Mario Zamora enriqueció el conjunto con un mural dedicado a Francisco Morazán más otras esculturas dedicadas al progreso y al trabajo las que están ubicadas en los bajos del Congreso Nacional el que funciona como extensión de la Plaza La Merced; el último inquilino es la estatua de nuestro héroe indígena Lempira la que fue colocada frente al mural morazanista.

Conozca un poco más de La Plaza La Merced desde la perspectiva de SAP de SkycraperCity…

Durante el último cuarto del siglo XIXX, la administración de Honduras es ejercida por partidarios de ideologías liberales. Bajo la divisa “Paz y Progreso” se lanzan una serie de transformaciones económicas, políticas y sociales conocidas como la Reforma Liberal. La ciudad, en particular Tegucigalpa, es para los reformadores, la imagen del nuevo orden. Y el nuevo orden es ante todo moderno. Efectivamente, en el plano ideológico y político, arquitectura y urbanismo jugaron un papel primordial. Disciplinas académicas que sirvieron para expresar la doctrina positivista, fenómeno no solo en Honduras sino en todo el continente teniendo sus orígenes en la ilustración de la Europa del siglo XVIII, a través de obras publicas colosales y edificios de estilo neoclásico, en anteposición al antiguo barroco característico de tiempos coloniales. Este esfuerzo de monumentalidad busca dar a la nueva capital una imagen de modernidad, prosperidad y progreso.

En tiempos coloniales y también en la era republicana temprana, nuestros poblados se caracterizaban por la “Plaza Mayor”. Aquí se concentraban los poderes coloniales: Iglesia, Cabildo, casa del Gobernador, los comercios y las viviendas de los notables. En esa época, vivir a proximidad en cualquiera de las plazas de la capital era un elemento revelador del estatus socio-económico de una familia. La plaza colonial era un espacio despejado, sin jardines y completamente desprovisto de mobiliario urbano como bancos, faroles, fuentes, etc. En ellas se llevaban a cabo actividades políticas, religiosas, días de mercado y sociales. Como la religión era un elemento fundamental en la administración colonial, se daba a las plazas el nombre de la iglesia parroquial.

Con la Reforma Liberal, la ideología también es aplicada a la transformación de estos espacios públicos. El propósito de las nuevas autoridades es demostrar una ruptura con el pasado colonial y la influencia eclesiástica. Entre 1881 y 1883, las plazas fueron convertidas en jardines públicos adoptando la denominación de “parques”, del francés “parc” o lugar de descanso, desliándolos a la memoria de ilustres hondureños y con alusivos nombres a la vida republicana del estado hondureño. También en ellas se conmemoran las virtudes del ideal de la nueva sociedad en formación: libertad y concordia.

Probablemente el mejor ejemplo de esta estrategia es la transformación de la antigua Plaza La Merced ubicada frente al viejo complejo mercedario en el barrio del mismo nombre. En este predio, inicialmente municipalizado en 1829 y luego en manos del gobierno central, la administración presidencial instaura dos de sus más importantes instituciones laicas: educacional, con la creación de la Universidad de Honduras y el Colegio de Segunda Enseñanza de Tegucigalpa (hoy Instituto Central “Vicente Cáceres”) y la sede del poder ejecutivo. Como complementos a estas obras, la vieja plaza es renovada con jardines y calzadas con una clara influencia francesa. La Merced pasó a ser el “Parque Soto” como reconocimiento al ex presidente Marco Aurelio Soto, en cuyo gobierno se ordenó la confección en Francia de estatuas y bustos de próceres hondureños. En ella se colocaron los bustos en mármol de Carrara de dos ilustres tegucigalpenses, el presbítero José Trinidad Reyes fundador de la UNAH y el del general José Trinidad Cabañas.

Parque Soto y antiguas instalaciones del paraninfo universitario. Estampa de 1882

Con el pasar de los años, el sitio sufre de pequeñas modificaciones a sus jardines, más que todo trabajos de arríate sustituyendo cada tanto los setos y árboles conforme a los gustos populares de cada tiempo. En 1942, barandales de hierro forjado son sustituidos por balaustrada de concreto y sus andenes reconstruidos con cantos de colores. Para la siguiente década, la fisonomía del parque es transformada completamente con la construcción de las nuevas instalaciones del poder legislativo.

A mediados de los años cincuenta, se comisiona al arquitecto Mario Valenzuela proyecto del centro de asamblea del Congreso Nacional. La nueva estructura al estar localizado en uno de los lugares públicos más concurridos de la capital, sé específica que no interfiera con su sensación de “abierto” o al aire libre. El viejo parque es rediseñado totalmente y el moderno inmueble al estar elevado sobre columnas desarrolla una plazuela en su parte inferior incorporándola al mismo. Irónicamente, el contemporáneo diseño revierte a su pasado colonial con una apariencia de “plaza”. Aunque más bien un rectángulo en forma, el nuevo modelo posee fuerte influencia estadounidense del cuadrangular “square”, un típico espacio citadino de dimensiones reducidas casi descubierto y con el mínimo de jardinería y mobiliario urbano. Otra cambio substancial realizado unos años más tarde, es el tratamiento decorativo de su superficie con patrón zigzag que recuerda los trabajos del arquitecto paisajista brasileño Roberto Burle Marx, en especial el Paseo de Copacabana.

ARRIBA: Recién reconstruido Parque Soto en los años sesenta. ABAJO: Como lucía en los 1970s centro de asambleas y edificio de oficinas del Congreso Nacional.

En las siguientes décadas y por descuido municipal, el sitio es invadido por vendedores ambulantes convirtiéndose casi en un mercado informal. En el 2003, bajo una iniciativa del Banco Interamericano de Desarrollo, el viejo complejo mercedario es remozado. Se restauran fachadas de los viejos edificios y los buhoneros desalojados. Un trabajo incluido en este proyecto, fue la instalación de una verja metálica alrededor de los bajos del congreso para impedir acceso a personal no autorizado, restándole así su continuidad con el resto del predio. Por fortuna y aunque bajo circunstancias cuestionables, la reja es destruida durante una manifestación popular.

Planta de distribución de Plaza La Merced, hoy rebautizado formalmente como “Plaza de la Cultura”.

Han pasado más de 350 años desde que monjes mercedarios fundaron en Tegucigalpa su capilla y convento. Frente a ellas, en su plaza, todavía se realizan una gran variedad de actividades, que juntos con otros parques de la vieja capital, por su relevancia y vitalidad es más bien un “salón urbano”, un sitio nuclear del casco histórico de la ciudad. Si bien la Reforma Liberal hizo esfuerzos por borrar su pasado colonial y religioso, su herencia no ha sido fracturada completamente, aún hasta nuestro día se celebran eventos eclesiásticos en la iglesia La Merced. Ahora no digamos su nombre, primero renombrada como “Parque Soto” y recientemente a “Plaza de la Cultura”, todos continuamos refriéndonos a ella con su designio colonial “Plaza La Merced”.

SAP

Plaza La Merced todavía alberga estructuras del periodo colonial hondureño. En la fotografía de izquierda a derecha: Tribunal Eclesiástico, Iglesia La Merced y Galería Nacional de Arte.
Bustos y bases en mármol de Carrara por el escultor italiano Francisco Durini del general José Trinidad Cabañas (izquierda) y el presbítero José Trinidad Reyes (derecha).
Relieve de Francisco Morazán
Obras en mármol al trabajador hondureño en los bajos del Congreso Nacional.
Indio Lempira.
Acceso al complejo La Merced. Aunque tiene como vecino a un moderno Palacio Legislativo (derecha), este ni compite ni opaca las viejas estructuras coloniales.


10 Responde a “Esculturas y murales que deberías conocer”

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