En la mayor parte de las ciudades del mundo, dar y poder encontrar una dirección es una tarea muy simple. Con solo una serie de datos fáciles de entender y de seguir, más un poco de orientación, es relativamente fácil llegar a su destino, en casi todos lados, menos en Tegucigalpa.

Y es que quienes por primera vez conocen la ciudad se sienten desconcertados por la enorme cantidad de curvas, vueltas, calles sinuosas y cuestas empinadas que conforman la mayor parte de la ciudad. Es un laberinto sin solución, para muchos un dolor de cabeza y para otros motivo de curiosidad.

Barrio Morazán e Iglesia San Martín de Porres – Foto de Nestor Irías

Debido a esa conformación de lineas curvas es virtualmente imposible lograr una referencia “lógica” de calles y avenidas por lo que las direcciones usualmente parten de referencias como parques, monumentos, establecimientos comerciales y aunque caiga en gracia, también a sitios comerciales que ya no existen pero que sus instalaciones aun sobreviven tales como “El Rábano” que era una popular tienda de lo años 70, “La Fresa” una pulpería surtida del Barrio La Hoya, (sí Hoya con H), el “Centro Social Universitario”, el Hotel La Ronda, la Casa Uhler, el cine Clamer, cine Variedades y otros más.

…Una dirección en el centro de Tegucigalpa es más o menos como: una cuadra y media de la esquina del Almacén Acapulco en dirección a Quinchon León, ¡solo eso!… es decir que se tiene que saber donde están ambos sitios para ubicarse, tarea que parece difícil pero para los tegucigalpenses es más que suficiente para dar con el sitio, este complejo asunto alcanza su grado extremo en las colonias y barrios donde las referencias son las “Pulperías o Truchas”, casas de colores específicos y hasta palos de árboles, “de la pulpería Teresita contás 4 palmeras y encontrarás un callejón, te metés y la quinta casa a la derecha de portón café es la mía”, a este nivel del escrito muchos estarán riendo sabiendo que lo mencionado es la pura verdad.

Parque San Francisco el que posteriormente se convirtió en el Parque Valle – Postal principios del siglo XX

Pero el origen de todo esto viene desde el tiempo de la colonia cuando Tegucigalpa se convirtió en un polo de explotación minera, las casas se iban construyendo cerca de los sitios de trabajo y así nacieron los famosos “Barrios”, al transcurrir de los años se aprovecharon las pocas partes topográficamente “regulares” y es donde se establecieron las calles y avenidas parcialmente rectas que van desde el oeste en el Barrio Abajo hasta el Barrio El Guanacaste al este, desde la avenida Jeréz al norte hasta el borde del río Choluteca.

Paralelo a ese ordenamiento que no superaba las 50 hectáreas, los cerros contiguos comenzaron a poblarse y de igual forma se inició el trazo de callejuelas y callejones. Estas, siguiendo las curvas de nivel, buscaban alcanzar la cima de esos cerros, procurando minimizar el porcentaje de las pendientes. Un objetivo casi imposible de alcanzar, ya que es evidente que cuestas como la Lempira son un reto cardiovascular para quien la sube a pie y una aventura extrema para quien las baja en carro.

La Vuelta del Perro Ahorcado – Barrio Buenos Aires – El Bosque

Esas calles que casi nadie conoce por su nombre han sido inspiración para artistas de todo tipo y por supuesto para el talento popular, muchas calles y zonas que parecen significar una cosa, al final quieren decir otra; El Barrio La Hoya es uno de esos sitios que muchos pensando que se trata de un error ortográfico escriben Olla pensando que se trata de una vasija, y vaya que hasta la zona que es una hondonada pareciera ser una olla, pero no, el barrio debe su nombre a un español residente de la zona llamado Rodrigo de la Hoya quien armaba escándalos cuando se emborrachaba, gracias a esos desafueros la gente al referirse al barrio decía “El de la Hoya” y fue así como le quedó el nombre.

Otro lugar con nombre particular es la Calle Las Damas, sitio que fue bautizado así ya que era una de las pocas rutas de pendiente ligeramente permisible para bajar en tacones desde el barrio La Leona, cuentan que los caballeros se apostaban en esa pendiente para ayudar a Las Damas en su trayecto aunque otras referencias dicen que su nombre se debe a tres “señoras de reputación dudosa”.

La Leona se dice que lleva ese nombre debido a que en la zona se escuchaban los rugidos de un león de montaña, este se siente como asociación lógica así como el Barrio Las Crucitas que recibe el nombre gracias a que se encuentra contiguo al cementerio donde solo se ven cruces pero hay otros lugares que requieren más imaginación como el Barrio El Pastel, nombre que se debe a su forma que se asemeja a un queque, la Guasalona y la vuelta del Perro Ahorcado que sabe Dios porque se le llaman así.

Callejón del Barrio La Ronda

Cualquiera pensaría que este asunto se restringe al centro histórico de la capital, pero es casi en toda la ciudad que la historia se repite.

Así es que buena suerte a la hora de buscar direcciones, a ver cuando ponen navegadores con GPS a ver si logran orientarle eficientemente.


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