Desde sus orígenes, Tegucigalpa y Comayagüela fueron asiento de dos clases sociales diferentes. Una era de los descendientes de españoles y otra como sitio de los indios, dos poblados que llegaron a ser políticamente independientes el uno del otro, que llegaron incluso a tener cabildos diferentes, poblaciones con enormes diferencias e intereses que en apariencia les separaban pero que desaparecían cuando alguna de las ciudades corría peligro de invasión en los tiempos de las guerras civiles, historias que motivan a saber más de los Comayagüelas y que les contamos a través del artículo de Carlos Arturo Matute y que dice:

En nuestra historia, las guerras civiles le hicieron mucho daño a la patria. En el año de 1876 Honduras, se encontraba sumida en la más completa anarquía a causa de una de ellas.

Esta vez nos referiremos a las acciones de los valientes Comayagüela de un ayer, cuyos herederos por ahí andarán de generación en generación. En mayo del citado año la Municipalidad de Comayagüela desconoció el gobierno que presidía el general José María Medina.

Aquellos hombres aguerridos proclamaron en su lugar al general Ponciano Leiva. Fue entonces que la Municipalidad de Tegucigalpa (en esos tiempos estaban divididas) se adhirió a Leiva.

Viejo. Aquel viejo mercado San Isidro.1939

ATACAN A TEGUCIGALPA

El general don Andrés García, excomandante de armas de Tegucigalpa, regresó de Olancho comandando una fuerte columna de oriundos de ese lugar y atacó a Teguz por el lado de la “Piedra Grande” (camino viejo hacia Olancho).

A pesar de haberla asaltado por sorpresa, por más esfuerzos que hacía, no podía posesionarse de ella. Los Tegucigalpa se defendían como leones. En la iglesia parroquial, el señor gobernador político, don Miguel Lardizábal, oía la misa en compañía de miembros de la municipalidad y otros vecinos sobresalientes.

Los Comayagüelas al escuchar los primeros tiros en Tegucigalpa, corrieron acompañados del señor gobernador a unirse a los Tegucigalpas. La acometida fue arrolladora.

Fue una ardua lucha en contra del invasor. Más y más vecinos de estas dos ciudades se unían a la causa. Con la llegada de estos, le fueron achicando sus fuerzas. En poco tiempo, el general García y sus hombres eran completamente derrotados.

COMAYAGÜELA Y EL DOCTOR SOTO

Varios representantes de Honduras, entre ellos sobresalientes vecinos de Comayagüela, escribieron al Dr. Marco Aurelio Soto, residente en Guatemala, suplicándole viniera a librarlos del estado de anarquía en que se encontraban sumidos.

El Dr. Soto accedió a las peticiones de los hondureños. Llegó a Amapala, y el 27 de agosto de 1876, inauguró su Gobierno Provisional, de acuerdo con la política que en Guatemala desarrollaba el reformador don Justo Rufino Barrios.

Era el tiempo en que el general Medina estaba en Gracias, ejerciendo su provisional gobierno pero en vista de que todos los insurgentes reconocían el gobierno del doctor Soto, declinó en este el poder.

Al solo desembarcar en Amapala el reformador hondureño, la población de Comayagüela, con muestras de entusiasmo, se declaró abiertamente su partidaria y al inaugurar su gobierno, fue también una de las primeras en adherirse a él solidariamente.

Un 13 de septiembre del año citado, la municipalidad llevó a cabo una calurosa manifestación, ofreciendo al doctor Soto todo su apoyo y acatamiento. El doctor Soto siempre reconoció ese cariño que el pueblo de Comayagüela le guardaba.

Su gobierno, en repetidas ocasiones favoreció en algo a esta población. Y como una muestra de ese reconocimiento mandó colocar en el parque de esta ciudad, la actual estatua de “La Libertad”, con la leyenda siguiente: “Marco Aurelio Soto. Presidente de la República de Honduras. Al laborioso y honrado pueblo de la Villa de La Concepción”.

VILLA

El escritor Mario Hernán Ramírez, en uno de sus trabajos cita al también periodista Juan Ramón Ardón quien–dice–como pocos, escudriñó a la Comayagüela de sus amores desde su nacimiento.

“Desde 1938 perdió su autonomía y ahora un buen número de ciudadanos busca la recuperación de ese derecho en aras de su reivindicación para encontrar el camino que la conduzca al progreso al que tiene derecho”.

El escritor Ardón en uno de sus libros “Geografía e Historia de Comayagüela”, da a conocer que en el año de 1845 se construyó el antiguo Cabildo de Comayagüela y fue en el gobierno del doctor Francisco Bertrand que se llevó a cabo la construcción del que estuvo en el periodo de 1915 a 1919, siendo jefe de la comuna don Francisco Valladares.

A excitativa del gobierno municipal y en vista de los relevantes méritos que abonaban a Comayagüela, el Congreso y el Senado la elevaron a rango de Villa. Esto fue un 22 de agosto de 1849 siendo presidente de la República el doctor Juan Lindo “permitiéndosele también celebrar una feria anual que principiaría el 8 de diciembre de cada año”.

MÁS GUERRAS INTESTINAS

Los curarenes jefeados por el general José María Barahona repitieron su invasión. Era un 30 de julio de 1872. Al final fueron rechazados valientemente por la gran muralla que formaron los Comayagüela con los Tegucigalpa.

En el transcurso del año 1856 y 1857 en que se dieron las incursiones del filibustero William Walker, fueron los Comayagüela de los primeros en ponerse a la orden del gobernante para rechazar al pirata.

Esa valentía también la demostraron en 1873 cuando siendo presidente de la República don Céleo Arias incursionó por la costa norte el vapor “General Sherman”, secretamente auxiliado por la fragata inglesa “Niobe”.

Los piratas asalariados por el guatemalteco Enrique Palacios recorrieron las aguas del océano Atlántico y después de bombardear el Castillo de San Fernando de Omoa se tomaron Trujillo. Fue así que los Comayagüelas se marcharon hasta allá a defender Omoa al mando del general Streber.

Por estos tiempos empezó a distinguirse como líder el general Erasmo Velásquez por su pundonor militar y otras virtudes ciudadanas. En 1850 bajo el gobierno municipal de don Luis Velásquez se acordó no permitir construcciones dentro de la zona urbana que no fueran de adobe. Esto para el ornato de la reciente villa.

Y así mis amigos, historiadores catrachos se han encargado de escribir el devenir de nuestras ciudades. Por hoy hasta aquí, hemos dejado otra HUELLA imborrable en el pedregoso camino de una ya largo trajinar…


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