No sé qué me emocionó más: salir por primera vez con un muchacho a disfrutar de las tardes decembrinas en mi amada Tegucigalpa, conocer la recién inaugurada Calle Peatonal o tomar una taza de café en la cafetería más famosa, ubicada en una de las calles de la Plaza Central.
Feliz, salí de casa a compartir con mi amigo y ver cómo había quedado la Peatonal. Cuando bajé del autobús en la estación de la Moda de París, ahí me esperaba él. Caminamos uno al lado del otro sin decir nada importante. Al llegar al Parque, pregunté ¿dónde está la peatonal? No veo nada…
¡Calma! respondió Manuel. Hay que caminar hacia la izquierda y ahí veremos cómo todos los negocios están conectados por una ancha calle de adoquines muy bonitos. Ya no verás polvo ni basura regada. Hay faroles estilo español tal como has visto en las revistas que tanto te gusta leer.
Cuando por fin llegamos (en realidad se me hizo largo el trayecto porque cada vez que pasaba por la Plaza Central, era imposible no hacer una pausa para contemplar la estatua de mi héroe), la remodelación me pareció un regalo de Dios. Hice presión con mis zapatos ortopédicos para asegurarme de que los adoquines no se hundirían. Estaban ahí, grandes, perfectamente alineados, brillantes, producto del reflejo de los faroles.
Nos sentamos a contemplar el paisaje, gente que iba y venía de un lado y otro de la cuidad; conversaciones cotidianas, niños tomados de la mano de sus madres, escolares que ya habían terminado su jornada…todos embelesados por el espectáculo del nuevo paseo.
-¡Vamos! invitó Manuel.
Brik Brak
Entramos a la Cafetería Brik Brak. Ahí era otro mundo. Ejecutivos conversaban de negocios urgentes, otros compartían sus planes para las fiestas de navidad.
Manuel ordenó una taza de café y un emparedado. Yo no reparé en la razón por la que hizo solo un pedido y no dos. El camarero sirvió de inmediato la orden.
La taza de café era enorme y el emparedado también.
Come y me dejas, apuntó.
Come tú, respondí. ¿Por qué pediste solo una orden?
Para compartirla contigo, contestó. Quedé muda.
Hasta ese momento me di cuenta de lo que Manuel significaba para mí.
Una taza de café fue la señal de que él no sólo era mi amigo sino el amor adolescente del que guardaría lindas vivencias.
Después de un largo rato hablando de tonterías, un conocido le llamó. Se levantó de la mesa para saludar, conversaron por unos minutos, mismos que yo aproveché para tomar la taza, poner mis labios en el lado por donde él tomó café y sorbí dulce y suavemente.
Quizás ese fue mi primer beso.
Mi querida Milgia :
Que placer leer sus escritos, es usted una talentosa escritora, una mujer polifacética. Dios la ha llenado de talentos ,con solo una simple conversación fluyen.
Su vida es un canto a la bondad., amor y gracia de Dios. Al conocerla nadie puede dudar que Él es real.
El haberla conocido y ser su amiga es un privilegio del cual estoy muy agradecida.
Siga desarrollando los dones que el Padre le dio, los cuales me inspiran a seguir.
Un abrazo.
Que Preciosa Historia,logró remontarme a esa epoca en ese Bar, pude sentir el aroma del cafe,Apasionada de leer cosas asi, La felicito Milgia porque tiene un
Don, precioso.
La felicito, su prosa es un verso q me llevo a aquellos tiempos de la linda y novedosa peatonal, me transportó tanto, que mentalmente hice su recorrido y hasta me senté en la Brick brack. Feliz día.
Amiga, exquisito tu forma de escribir, me encantó, pude viajar contigo a ese momento! !
Gracias por deleitarnos con ese DON maravilloso que ABBA te dio!.
te amamos
Hilda G
Que forma más especial y agradable al describir el entorno y las cotidianas de ese lugar, por un momento mágico me sentí otra vez allí y
Me hizo viajar en el tiempo hasta escuché el murmullo carácteristicos de ese recordado lugar
¡ Felicitaciones !