En lo particular me llena de profunda tristeza pasar por los mercados: desorden absoluto, puestos invadiendo la vía pública y todo lo fuera de lugar que el ojo de cualquiera que pase puede observar. Todo tiene un origen y se resume como dice la canción “no hay cama pa’ tanta gente”.

Las lluvias ponen en evidencia el desorden y la basura – Foto de La Prensa

Lo que muchos conocieron

Los mercados pueden ser zonas limpias y ordenadas y no es una utopía tal como las nuevas generaciones pudieran pensar. Mejor veamos las fotos que no dejan mentir.

Acceso al Puente Carías a principios de los 70

Observe bien la imagen y salvo que para la foto hayan barrido las calles y aceras, todo luce en orden y limpio, y tampoco se observan puestos que invaden las aceras y calle. Se trata de una zona de comercio donde los protagonistas de ese tiempo eran al igual que hoy, personas de los segmentos menos privilegiados de la sociedad.

El Parque Colón

No está en un parque localizado en Las Lomas o cualquier sector de gente acomodada. Está viendo el Parque Colón, justo enfrente de los mercados. Por si se preguntaban, tampoco barrieron para tomar la foto, tampoco quitaron puestos y ventas ambulantes, el mismo sector social de la gente que hoy vende en los mercados.

Antiguo local del Instituto San Miguel

Podemos seguir y seguir hablando de lo que era, pero lo importante es saber por qué hubo un cambio tan radical hasta llegar a lo que es hoy y aunque no parezca, la gente sigue siendo la misma, lo que ha cambiado son las condiciones y regulaciones, personas que son capaces de trabajar en orden y limpieza siempre y cuando tengan las condiciones mínimas requeridas.

Las mismas calles pero un mundo diferente

Por ser mercados no tienen que ser sucios ni basureros

Con el paso de los años la conveniencia política e incapacidad de las autoridades municipales fue permitiendo que la cantidad de vendedores sobrepasara el espacio disponible. Pronto fueron invadiendo las aceras frente a los mercados y luego calles distantes a los mismos al punto que hoy en día son oleadas de vendedores con carretas llenas de productos que día a día invaden las calles de Tegucigalpa, oleadas que van dejando tras de sí enormes cantidades de basura y otros males ligados a las mafias que están detrás de ellos.

Así como ella, son cientos de vendedores los que invaden el centro de la ciudad

A mi juicio, la proliferación de basura no es precisamente reflejo de la condición social de los que venden, porque al final son el mismo segmento que vendía en los 70s y décadas previas, y aunque siempre existen faltas sanitarias, es justo decir que el detonante es la excesiva cantidad de vendedores cuyas necesidades de espacio y servicios no son equivalentes con lo que la alcaldía puede ofrecerles.

No hay cama pa´tanta gente

Las soluciones pueden ser muchas pero todas implican prohibiciones, traslados, orden y disciplina, acciones que por supuesto sacrificarían el interés político del que lo haga y lo convertiría en un indeseable para los que regule. Cualquier decisión drástica haría que “los afectados” reaccionen con el argumento de que “tienen el derecho de trabajar”, derecho que es tan cierto como el derecho que tienen las personas de la ciudad de tener vías donde transitar libremente, espacios libres de basura y una ciudad digna donde estar.

Es un balance que será imposible de alcanzar si la misma población que sea testigo de esa toma de decisiones fuertes y contundentes, se dedique a gritar a los cuatro vientos solo el derecho de los vendedores tal como pasó cuando se le tendió un cerco a los invasores en carretilla y de donde miles se rasgaron las vestiduras, reacción popular que lo único que logró fue que los de las carretillas se sintieran con todo el derecho del mundo y tomaran para sí todo el centro convirtiéndolo en un asqueroso mercado. Hoy son los dueños de las calles y usted que lee no vale nada.

Alguien tiene que hacerlo, todos tenemos que contribuir: no existe otra solución más que dejar solamente la cantidad de vendedores que las instalaciones y la ciudad es capaz de soportar. Como dice la canción “No hay cama pa´tanta gente” y si no está de acuerdo pues no se queje.


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