¿Les cuento mi historia?

Como todos, yo también cuestiono–de vez en cuando–mi existencia en el mundo. En una de esas maravillosas crisis existenciales que suelo tener, decidí renunciar al trabajo en el que me desempeñaba para cambiarlo por uno mucho menos prometedor pero que, por lo menos, era diferente y divertido, y con el que tenía la esperanza de conocerme un poco más a mí misma. Por aproximadamente seis meses fui guía turística para viajeros en Tegucigalpa. El tour consistía de un recorrido a pie por los lugares más icónicos del centro de la ciudad.

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Yo nunca había caminado por El Centro, casi no lo frecuentaba porque lo relacionaba con peligro. A pesar de eso, cuando mi jefe me dio la descripción de mis responsabilidades le dije que no tenía ningún problema con ello y salí de su oficina sudando frío, muerta de miedo.

Los primeros recorridos los hice asustada, con síndrome de persecución y taquicardia y seguramente sin ser capaz de disimular muy bien mi nerviosismo.

historiaTambién me tocó estudiar un poco de historia de los sitios que visitábamos y de las personas de renombre relacionadas con ellos (evidentemente mi maestra de historia de la escuela no logró su cometido conmigo sino años después).

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Disfruté mucho transportarme en el tiempo e incrementar mi sentido de patriotismo. Lograr transmitir ese cariño a los extranjeros que nos visitaban me llenó de satisfacción ya que casi todos venían esperando lo peor y se iban con ganas de regresar. Fue de esta manera como me enamoré perdidamente del Centro y se convirtió en uno de mis lugares favoritos. Mi crisis existencial me obsequió al Centro y el Centro a su vez me ha regalado recuerdos y experiencias que me han llenado de alegría y aprendizaje y que serán parte de mí para siempre.

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2 Responde a “Mi Historia del Centro”

  1. me gusta caminar por el centro de día,ir a la catedral,comer algo donde cunda Díaz,listar mis zapatos en la peatonal,muchas cosa más y lugares lindos

  2. Yo trabajé hace muchos años en la escuela Estados Unidos, a un costado del teatro Nacional, en ese tiempo siempre había un ambiente de caminar atento y con cautela pero no de peligro. Me encantaba caminar hasta el parque central ir a visitar la capilla del Santísimo en Catedral y al salir comprar mangos, aguacates u otra fruta de temporada antes de tomar el bus para ir a la casa.

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