Personas de todas partes del mundo nos han acompañado desde el momento en que el viejo mundo se dio cuenta de la existencia del que ellos llamaron nuevo, un planeta entero conectado y con migraciones en todas direcciones, Honduras al igual que todos los países del mundo fue objeto de esas migraciones y los orígenes son muy diversos, sin embargo existen algunas procedencias  más frecuentes que otras y una de ellas son los chinos.

Según investigaciones realizadas por nuestro historiador Jorge Alberto Amaya, el primer chino del que se tiene registro que haya entrado a Honduras fue Darío Yip quien se estableció en San José de Colinas, Santa Bárbara, año más tarde más personas hicieron de Honduras su segunda patria y el primer chino de quien se sabe vino y radicó en Comayaguela fue Tan Wan Lung.

Hoy son miles los hondureños cuyos ancestros son de origen chino, una importante comunidad que pese a ser hondureños al 100% no pierden los lazos culturales con la patria de sus antepasados y se congregan en la Asociación China localizada en el Barrio La Plazuela de Tegucigalpa, buen momento para conocer un poco más de Los Chinos en Honduras tal como lo expone SAP de la página SkycraperCity…

Desde hace un par de décadas ha existido un interés por el estudio de la “identidad nacional” surgiendo así una serie de análisis de los diferentes segmentos poblacionales de Honduras. De este modo garífunas, ingleses, palestinos, salvadoreños, etc, han empezado a ser documentados. Ya tiempo tenía el impulso en adquirir uno de estos ensayos, Los chinos de ultramar en Honduras por Jorge Alberto Amaya (2002. Tegucigalpa: Editorial Guaymuras)

Centro de reuniones de la “Asociación China de Honduras”, barrio La Plazuela del centro de Tegucigalpa. La organización se fundó en 1935 en El Progreso, departamento de Yoro, mudando su sede a la capital en 1943.

Aunque no hay datos sobre fecha y punto de ingreso al país, el autor afirma que el primer chino radicado en Honduras fue un tal Darío Yip a mediados de los 1880s, estableciéndose en el poblado de San José de Colinas del departamento de Santa Bárbara.

Desde entonces la emigración china ha aumentado considerablemente, acelerándose en la década de los cincuenta de la centuria pasada hasta el presente. Amaya relata que Tan Wan Lung fue el primer chino llegado a la capital, radicándose en Comayagüela, seguido por Joaquín Pon también en la misma ciudad. Para finales del siglo XIXX, otros cuatro se habían establecido al otro lado de río Choluteca, en Tegucigalpa. Fuera de la capital, el texto afirma la existencia del comerciante y hotelero Pío Canton en Santa Cruz de Yojoa, en el departamento de Cortés, a partir de 1899. De esta forma, con la minera en el centro y las bananeras en la costa norte del país, movilidad y asentamientos de chinos en nuestra tierra incide con las actividades económicas de ese entonces.

Aparte de los anteriores, Jorge Amaya indica que además de J. Pon, otros de los primeros de los primeros chinos en llegar a Tegucigalpa fueron Quinchon León Kong y Santiago León, quienes a partir de 1900, tenían funcionando la Casa Comercial Quinchon León y Cia, en Comayagüela. A su vez, Q. León trajo a su sobrino Pablo León en 1908, para que le ayudara en la tienda, la cual llegó a ser una de las más prósperas del país. Uno poco después arriban los hermanos Ricardo Yu-Way y Federico Yu-Shan quienes inicialmente laboraban en la Casa Quinchon León. Por esa época llegó Antonio Waiss, estableciéndose primero en San Juancito con un negocio que eventualmente trasladaría a la capital expandiéndolo con venta de objetos de arte importados de China ubicada en la Calle del Comercio, frente al Parque Central de Tegucigalpa. Finalmente, en 1912 llegaron entre otros, Julián Quan, Simón Castro Wu y Shian Sin Pio, quien sería conocido como “Manuel Chávez”, traducción libre y aproximado del idioma original.

Para 1935, del total de extranjeros residentes en Honduras, 315 eran chinos, es decir que representaban el 4.3% del total de los no nacidos en Honduras, residentes en nuestro país.

Ruta migratoria

Según el autor, motivos de su emigración estuvieron relacionados con la Guerra del Opio, la rebelión Taipín y explosión demográfica. Primero presionando un desplazamiento interno, desde el interior del país hacia las costas chinas, especialmente a los puertos de Cantón y Hong Kong. La primera oleada se inicia a mediados del siglo XIXX, con más de dos millones de personas primero hacia el sureste asiático y después Australia, Estados Unidos y mayoría de los países latinoamericanos.

Estos emigrantes se clasifican en dos grandes grupos: los culíes y inmigrantes voluntarios. Los primeros, su apelativo se deriva del hindú “culí” para designar a trabajadores no calificados que eran contratados como cargadores o sirvientes del más bajo nivel. Socialmente, eran los más pobres de los pobres y la mayoría campesinos. Los inmigrantes voluntarios en cambio un tanto más calificados y vinculados con actividades urbanas. Aunque también de las clases populares, pero menos pobres que su contraparte rural.

El segundo grupo constituyó la mayoría de los primeros chinos en Honduras después de estar un tiempo en El Salvador. Su decisión de radicarse probablemente obedece a la percepción de oportunidad mercantil generada indirectamente por las actividades mineras y bananeras en nuestro país. Del libro de Amaya se deduce que los recién llegados poseen algún nivel educativo, lo que les permitió incorporarse al ambiente hondureño dedicándose al comercio o la industria y muy pocos a la agricultura.

Actividades económicas

Sin duda, las cosas no fueron fáciles para los nuevos inmigrantes. Amaya sostiene que al igual que los árabes, los chinos sufrieron algún grado de discriminación de ciertos sectores sociales hondureños y en ocasiones por el gobierno mismo. Un ejemplo:

Art. 11. Los inmigrantes pertenecientes a las razas árabes, china, turca, siria, armenia, palestina y negras deben traer al país un mínimo de cinco mil pesos plata, harán deposito de 500 pesos por personas, antes de transcurridos dos meses en la República de Honduras.

Diario La Gaceta: No. 8170, abril 11 de 1930.

La sociedad “nativa” del país siempre ha visto con desconfianza a los extraños, especialmente si no son europeos o estadounidense. Para los grupos económicos, era obvio que se opusieran, especialmente cuando los chinos se volvieron notorios en el comercio de pequeña escala como pulperías, mercaditos tiendas de abarrotes etc, y después en restaurantes. Algunos de esos grupos veían con mucho receló a los recién llegados, les quitaban espacio económico puesto que mayoría se convertían en comerciantes.

De acuerdo a J. Amaya, la primera gran empresa de emigrantes chinos fue la Casa Quinchon León y Compañía, fundada en 1900 y que todavía funciona después de más de cien años. Esta es un caso especial en la historia económica de Honduras, porque aparte de las empresas mineras y bananeras, no se conoce otra firma comercial con tanta continuidad en el país. La única empresa de similar trayectoria es la Casa Colorada en la La Ceiba, fundada en 1902 por la familia palestina Kawas que con el tiempo llegó a ser una de las más fuertes en la nación. Otros negocios importantes de origen chino de inicios del siglo XX que se pueden mencionar en esta breve lista serían la Casa Julián Quan y Cía y Casa Comercial Joaquín Po y Cia. La segunda tuvo sus orígenes en Comayagüela, en la tercera avenida, que teniendo tanto éxito organizó otras ocho sucursales en todo el país.

Además de los anteriores, otro ejemplo de éxito de los inmigrantes chinos lo constituyen los hermanos Ricardo Yu-Way y Federico Yu-Shan. Después de laborar por años en Quinchon León, con el dinero ahorrado de sus salarios un negocio llamado Federico Yu-Shan y Cia. Al poco tiempo la tienda empezó a generar ganancias por afluencia de los minerales alrededores de Tegucigalpa. Entre los años 20 y 30, ya tenían cuatro casa comerciales, dos en San Juancito, una en la Rosario Mining Company, y la otra en la capital en el módulo oriental del fenecido mercado Los Dolores. Este éxito comercial tuvo sus bifurcaciones interesantes, los hermanos Yu fueron los pioneros de la aviación comercial hondureña.

En 1930, muchos antes que se fundara el ya desaparecido Servicio Aéreo de Honduras, Sociedad Anónima, SAHSA, los Yu invirtieron capital en compra de un aeroplano de dos motores organizando la primera empresa de aviación de la nación llamada WANSA. La empresa cubría con vuelos regulares San Pedro Sula –Tegucigalpa y La Ceiba – Juticalpa. Al no tener competencia en el rubro, planeaban expandir aún más sus operaciones con la adquisición de una nave más grande de tres motores en los Estados Unidos. El recién comprado avión en su rumbo hacia Honduras se estrelló en Pto. Barrios, Guatemala. Allá enviaron técnicos para recuperarla, pero al llegar al lugar, locatarios ya habían robado las piezas de la nave. Los propietarios chinos decepcionados desistieron en seguir operando WANSA.

Pero probablemente el proyecto empresarial llevado a acabo por los chinos que todo podemos identificar, es la instalación por parte de Federico Yu-Shan de una industria gaseosa, que posteriormente se transformaría en la famosa PepsiCola.

Los citados sólo son pocos ejemplos de la laboriosidad de estos inmigrantes. Ahora, especialmente, los chinos controlan casi la totalidad de los restaurantes de las principales ciudades, al extremo que su comida entre nosotros, casi tiene el carácter que se le atribuye los platos típicos nacionales.

Integración a la hondureñidad

Desde su arribo a Honduras, los inmigrantes chinos consideraban su presencia como temporal. Siempre se denominaban como “chinos de ultramar” con vínculos a la madre patria. Esta designación, a como la describe el autor del libro, se acuño para aquellos recién salidos de China con el objetivo de trabajar duro y progresar, pero sólo con el propósito de retornar a su país y sacar de la pobreza a sus familiares. En consecuencia, el gobierno chino consideraba a los inmigrantes de ultramar como ciudadanos suyos; y como ocurre actualmente con los hondureños que residen en el exterior y que envían remesas a sus familiares, los cortejaba en donde se encontraran. Este hecho sirvió para que se mantuvieran fieles a su patria, incluso cuando se casaban con hondureñas, procurando que sus hijos se mantuvieran vinculados con la cultura suya, de esta manera, facilitar el postergado pero ansiado regreso. Este anhelado y largo retorno, permitió a los chinos residentes en Honduras, mantenerse al margen de la vida política, cumpliendo a cabalidad las leyes, que en términos comparativos, es el grupo étnico que menos conflictos jurídicos ha tenido en el país.

El anterior equilibrio se rompió en 1949 con la revolución comunista de Mao Tse Tung. El gobierno de Honduras reconoció a la nueva república de Taiwán del general Chian Kan Check, y los chinos residentes en el país tuvieron que dar un viraje a su fidelidad. Desde entonces, la colonia china ha incursionado en la política identificándose más con el Partido Nacionalista de Honduras, ya que la mayoría son solidarios con el partido conservador chino percibiendo a los liberales hondureños de influencia ideológica de izquierda

Aunque al igual que otros grupos étnicos, los chinos se mantienen fiel a su identidad, pero no se puede afirmar que vivan aislado de los problemas y realidades del país. Todo lo contrario, es evidente que han logrado valiosas contribuciones de sus costumbres culinarias, hábitos de trabajo, austeridad y ahorro, y cierta tranquilidad y serenidad que nos hace falta al resto de los hondureños. Por supuesto que todavía la sociedad sigue viendo al chino como extraño debido a su apariencia física. Sin embargo, matrimonios mixtos y su tendencia a quedarse definitivamente en nuestro país, hacen pensar que su influencia con el transcurso del tiempo se ira sintiendo aún más


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