De mis primeros recuerdos en El Centro son las tardes cuando mi abuela me llevaba al Parque La Concordia. Estaba muy pequeño, no se me presenta todo con detalles, pero nunca olvidaré la alegría que sentía al ver las tortugas tomando sol, tirarse al agua, nadar hasta el fondo y volver a salir. Recuerdo jugar con otros niños y comprobar quién escalaba las gradas de las escalinatas más rápido.
Las personas mayores con las que he platicado recuerdan sobre más animales que yo nunca llegué a ver: venados, conejos y hasta gansos. Me cuentan como el parque siempre estaba lleno de niños y de familias compartiendo. Los paleteros llegaban a vender deliciosos conos y de vez en cuando más de algún niño del barrio celebró quebrando una piñata en el parque.
Por muchos años estas historias son solo eso, historias. A medida que ido creciendo y me he aventurado cada vez más a caminar por El Centro siempre me han dicho, “No, a la Concordia no vaya con esa cámara,” o “¿Pero esa cámara no la lleva al parque verdad?” Una que otra vez no les he hecho caso y he entrado a tomar fotografías.
Conociendo La Concordia
La última vez que fui, previo a este ensayo periodista, no estuve más de cinco minutos. Pero hace poco me enteré que iban a renovar el parque, y, que por mientras, habían instalado seguridad y limpiado las áreas. Al llegar lo confirmé: no vi ninguno de los vagabundos que habían tomado residencia en las numerosas bancas del parque, ni el montón de latas y botellas nadando en las fuentes donde solían nadar las tortugas.
Habían policías y personal de la alcaldía. Me sentí tan seguro que hasta dejé algunos de mis lentes en una banca y fui a tomar fotos cerca del puente. Al hablar con las personas de la Alcaldía, me confirmaron que sí, el plan es empezar en verano y dejar el parque tan atractivo como aquellas historias de antes. Van a plantar más, traer animales, mantener la seguridad y volver a habilitar las fuentes. Me despedí de las personas muy amables de la Alcaldía y una de ellas me dijo “Vengase el sábado, está lleno de niños y hasta los payasitos vienen a entretener.” Les aseguro que allí estaré para tomar fotos de lo que en mi mente no era más que un recuerdo.
Yo si recuerdo los gansos y un sendero que tiene dibujados unos corazones, pero sobre todo extraño ese peculiar sonido del canto de los pájaros. El mejor parque que tuvo Tegucigalpa. Allí me llevaban mis padres de niña, inolvidable, ojalá lo rescaten.
Me gustaría regresar ya que de niña mi abuela y tios me Llevaron pero ahora a los extremos del parque existen 2 centros de rehabilitación para drogadictos y alcohólicos que lo que hacen es asaltar a las personas que visitan el parque deverian de tomar nota porque sería exelente poder ir a recrearse y estar seguros feliz día..
Buenos dias, felicidades por tomar parte de su tiempo en estos exelentes reportajes. Creci en Tegus y tengo bellos recuerdos de mi capital, sin embargo ya tengo 22 años viviendo en San Pedro y sigo añorando a Tegus. Consulta, sabe usted quien elaboro las replicas de las estelas mayas del parque. Es que un familiar muy orgulloso me comento que habia sido mi abuelita QDDG quien las habia hecho, su nombre era Teresita Fortin, pero quisiera estar seguro. Mil gracias, espero que usted por su experiencia pueda ayudarme.