Recuerdo varias cosas del Festival de Invierno; conciertos, un Parque Central pulsando con actividad, calles llenas al caer el sol…pero lo que más recuerdo fue un momento cerca de las cuatro de la tarde, cuando, casi desmayada del hambre, mi hermano me trajo un sándwich de basura.

Quedé encantada.

Semanas después, emprendí en la búsqueda por un sándwich de basura. En algún tiempo, aquella delicia tan emblemática del Centro Histórico dominaba todos los comedores y los restaurantes. Mi búsqueda por el sándwich de basura era optimista: estaba segura de encontrarlo.

sándwich de basura

Disculpe, ¿sabe donde puedo encontrar un sándwich de basura?

¿Un qué?

Así es, señor, un sándwich de basura.

Sándwich de Basura. La Otra Honduras les puede dar los detalles concretos—maravillas de repollo, guiso de gallina, ensalada de papa y zanahoria y cuanta maravilla—pero yo me enfoco en La Soppera.

La Soppera es un restaurante ubicado en el segundo piso del Centro Comercial Midence Soto. Su especialidad son sopas deliciosas, pero también ofrecen varios platos criollos que nos recuerdan al Centro de antes.

Disculpe, ¿sabe dónde puedo encontrar un sándwich de basura?

Aquí.

sándwich de basura

Que lindo escuchar esas palabras. Me atienden bien, con respeto y una sonrisa hondureña. El plato trae una sopa pequeña de acompañante; escojo una sopa de albóndigas. Y una cacerola de frijoles. Y un chorizo. Y ni he llegado al sándwich.

Les recomendamos el sándwich de basura de La Soppera, restaurante de primera clase, con precios razonables y un ambiente de casa.


2 Responde a “En Búsqueda de un Sándwich de Basura”

  1. Mi abuela fue la creadora del sanwich de basaura ella vendia en la decada de 1945 al 1960 su venta era afuera de los cines variedades junto con mis tias y mi madre los abuelitos de esa epoca la recordaran le decian la pelona y sus sanwich los mejores me e fijado que han alterado la receta saludos

  2. Recuerdo que una señora vendía sándwiches de basura a un costado de la Iglesia Los Dolores. Es un recuerdo de mi niñez. Eran deliciosos, no existía el temor a enfermarnos por temas de higiene, solo queríamos comerlos, aún recuerdo su exquisito sabor.

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