Muchos de los que leen no me dejarán mentir, antes (y conste que no hablo de principios del siglo XX) las personas tenían muchas buenas costumbres en relación al ornato y aseo de sus vecindarios. Muchos de nosotros o nuestras madres barríamos nuestras aceras…

Ahora que estoy metido en esto de Vuelve al Centro, tengo la oportunidad de ver muchos comentarios sobre las cosas malas que suceden en El Centro de nuestra ciudad, expresiones reales donde una de las quejas más frecuentes es que hay mucha basura. Al principio pensé que todas las expresiones tenían razón de ser, pero con los días pude advertir que en realidad muchos de nosotros hemos dejado de practicar buenas costumbres.

La Ronda, mi barrio, es una muestra de ello. Recuerdo que de niño no existían promontorios de basura en tiempos que el tren de aseo era quizá algo casi inexistente, la gente barría su acera y acumulaba la basura en bolsas dentro de sus casas. Recuerdo que yo siempre critiqué a mi madre porque ya siendo de edad ella barría y con agua dejaba reluciente su acera, todos los días sin excepción, una práctica general entre las doñitas de la cuadra, todas con una educación que el tiempo nunca pudo borrar.

Hoy el escenario en muchos puntos del Centro y de la ciudad es muy diferente. Hay promontorios de basura donde algunos colocan sus bolsas debidamente cerradas, pero en cuestión de minutos los pepenadores se encargan de deshacerlas–un trabajo digno el de ellos al ganarse la vida buscando piezas para reciclar, pero a un costo enorme para la ciudad. Nadie puede decir que esto no sucede a diario, y la pregunta que surge es ¿no se puede evitar?

¡Claro que sí!

En todos los puntos del Centro, el tren de aseo pasa a determinadas horas del día, pero la gente por “comodidad o haraganería” saca sus bolsas muchas horas antes que el tren de aseo pase, se acuestan a dormir y mientras tanto los pepenadores se encargan de hacer un relajo con nuestra basura. Sí nuestra basura de forma que los que nos quejamos somos responsables directos de este problema, creo que todos podríamos hacer un esfuerzo en sacarla inmediatamente se acerque el tren de aseo, no es algo imposible; solo es de quererlo hacer y el resultado será más que evidente.

Otro origen de la basura es el producto de las ventas de los ambulantes y establecimientos del Centro. El hecho que necesiten ganarse la vida honradamente no le da el derecho a nadie de ensuciar nuestras calles; hay tren de aseo y si no es eficiente al menos las tiendas y negocios establecidos deberían ser más conscientes en este tema, almacenando su basura hasta que el sistema municipal pase a recogerla. Los que llegan de afuera del Centro a ganarse la vida deberían llevar su basura consigo hasta depositarla en lugares apropiados y no ponerla como adorno en la primer esquina que encuentren. Todo es ponerle un poco de conciencia, un poco de respeto por los ciudadanos, un poco de amor a esta ciudad.

Es cierto, en algunas horas del día en nuestro Centro podemos encontrar basura, no se le pide que barra su acera ni la lave, solo se le pide un poco de voluntad; es imposible vivir en El Centro, quejarse, y luego sacar la basura a medio sueño de un vecindario limpio.

La decisión es suya. Yo vivo en El Centro, y en mi cuadra no verán basura que se genera en mi casa. Tome usted el reto y en horas verá su vecindario como un sitio digno para vivir.


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