El Primer Nombre
Cuando a Tegucigalpa se le otorga el titulo de Alcaldía Mayor, fue de gran incentivo la construcción de templos religiosos, pues la riqueza de la región y el crecimiento de la población aumentaban rápidamente. Con la ayuda de donaciones, un fraile comenzó el encargo para la realización de una edificación relativamente sencilla: el Convento San Francisco. Algunos vecinos decidieron donar parte de sus propiedades para que en ellas se terminara de construir el convento y hacia 1592, fundado el convento, el Licenciado Fray Nicolás de Vargas Gil de Figueroa, Alonso de Padilla y Bartolomé Velásquez, le dieron la denominación de Iglesia y Convento de San Diego de Alcalá[1].
Las órdenes estaban a cargo de la enseñanza. A través de la cristianización, los religiosos franciscanos diestros en las letras se informaron pronto de los deseos de los residentes de Tegucigalpa en querer abrir un centro de enseñanza en el que pudieran sus hijos aprender a leer, escribir y contar, así como elementos de moral y catecismo[2]. Lastimosamente las clases eran irregulares, puesto que los estudiantes eran pocos, los sacerdotes estaban en constantes mudanzas de una ciudad a otra y los que tenían mayor disponibilidad estaban de edad muy avanzada, lo que les obligó a cerrar las clases.
Aunque siglo y medio después el inmueble fue reedificado debido a las malas condiciones en que se hallaba–propuesta hecha por unos obispos de Comayagua–y dado que la población de Tegucigalpa se acrecentaba cada vez más, se tomó en consideración hacer una construcción más duradera de piedra y ladrillo de adobe[1].
De igual forma se siguieron impartiendo las clases en el edificio con sus inestabilidades, pero sería en el siglo XIX que la edificación tendría bastante protagonismo y una diversidad dinámica en cuanto a su funcionamiento. Formó parte de un movimiento de instrucción y de un despertar social fundamentado en las letras. Dentro del convento e iglesia San Francisco funcionaría la primera imprenta de Honduras en la que se imprimió por primera vez una proclama del General Morazán; el mismo quien en 1828[2], acordó que los conventos pasarían en adelante a estar al cuidado de las municipalidades[3], considerando que las propiedades de la iglesia eran muchas y que eran bienes improductivos. Debido a esto, se decidió confiscar ciertas propiedades de la iglesia y ponerlas a disposición de la ciudadanía para prestar una mejor utilidad.
En aras del desarrollo y la formación de los estudios formales, los vecinos y la municipalidad invitaron al que ahora es uno de nuestros más notables próceres, el Presbítero Don José Trinidad Reyes, para que reiniciara las clases de manera informal, aunque fuera solo por un breve periodo.
Iglesia San Francisco: Templo del Saber
Posteriormente unos jóvenes llegaron de Nicaragua a Tegucigalpa con ideas frescas; entre ellas, se contemplaba la de formar una academia de estudios en Tegucigalpa, ya que los jóvenes quienes querían una educación superior debían de trasladarse a Guatemala o Nicaragua, que eran los únicos países de Centroamérica que poseían Universidades. Evidentemente, la larga travesía complicaba asuntos económicos y prácticos. Los jóvenes lograron expresarle al Padre Reyes su iniciativa, quien logró concretar el ideal, consiguiendo un espacio para que funcionara dicha academia. Fue entonces el Convento San Francisco perfecto por su amplitud espacial como disponibilidad, y su establecida trayectoria como lugar de instrucción. Se convirtió en sede de la novedosa academia.
La Primera Universidad
La iniciativa realmente rindió frutos, ya que, en 1847, en el mismo edificio se inauguró “La Academia Literaria de Tegucigalpa y Universidad de Honduras.” Fue la primera institución de estudios superiores del país, generadora de la nueva descendencia de profesionales que se harían cargo del progreso y evolución de otro tipo de instituciones vitales para el desarrollo de la patria. El presidente de Honduras era el Dr. Juan Lindo, quien estudió abogacía en México.
Invaluable el valor histórico que posee dicha construcción, pues desde sus orígenes ha formado parte de grandes coyunturas históricas que la sociedad de Tegucigalpa ha vivido con el paso de los años. Orgullosamente dicho templo aún se mantiene en pie, en galardonando el centro histórico de la ciudad. Es uno de los monumentos más significativos de nuestro casco histórico. Actualmente, la Iglesia San Francisco se encuentra en perfectas condiciones, embellecida por ostentosos retablos bien conservados, y el antiguo convento es actualmente es un extraordinario museo militar.
Referencias
[1] Aguilar Flores Juan Manuel, Iglesias coloniales de Tegucigalpa, Ediciones Guardabarranco, Año 2010. p.41.
[2] Castillo Canelas, Patricia Elizabeth, El convento San Diego de Alcalá Iglesia-Cuartel San Francisco. Tegucigalpa: Instituto hondureño de Antropología e Historia Año 2007. pp. 9, 10.
[1] Ibíd. p.12.
[2] La Gaceta. Año CXXVI, Tegucigalpa, M.D.C HONDURAS, sábado 29 de Noviembre de 2003, numero 30, 252.
[3] Torres Ramírez José Roberto, Juárez Silva Ranferi, Arqueología Histórica en el Ex convento Franciscano de Tegucigalpa, Honduras. Revista Yaxkin año 36, vol. XXVII, No.1 año 2014 p.13.
Wao que exelente trabajo
Excelente artículo histórico. Me encanto💚