Por décadas el pan elaborado artesanalmente en Tegucigalpa gozó de una fama bien merecida, muchos atribuían esa deliciosa calidad al agua que se utilizaba, pero otros dicen que se debía a “Formulas Mágicas de las abuelitas” que no compartían con nadie y se perdían una vez esa persona pasaba a mejor vida.

Campiranas, bollitos de yema, semitas, enrollados, polvorones, monjas, batidos, deditos, en fin, decenas de nombres de panes que hacen suspirar a muchos eran lo que se producía en casas particulares especialmente en los barrios antiguos de la ciudad.

Caminar por la calle y de repente ser arropado por el olor del pan recién hecho, un encanto etéreo que le llevaba a las mismas puertas de esos santuarios de la panadería capitalina; en las vueltas de La Leona quedaba la panadería de Doña Cristina Morazán, lugar donde se horneaban los más deliciosos marquesotes, pan de yema y otras delicias, solamente pasar cerca del sitio y percibir el olor del pan era suficiente razón para detenerse a comprar o a velar como muchos lo hiciéramos, lo mismo pasaba en la Leona, el Barrio Abajo y prácticamente todos los barrios de la ciudad .

Recorramos un poco por esos sitios que el tiempo ha borrado pero que en las mentes de los capitalinos han perdurado como “El mejor pan de Antaño” narrado desde la página Audiencias Inesperadas y que dice:

“PAN DE ANTAÑO”

Que recuerdos mas preciosos los de aquellos tiempos, alla por los años 60-80 cuando de hablar de pan se trata; las mejores y antiguas panaderias de Comayaguela, inclusive el pan artesanal de casa, se pintaban los bigotes ofreciendo el mejor bufett de sus productos.
Asi niños y adultos y mas nuestros “viejitos” nos deleitabamos con los panes famosos de la Panaderia La Española, de la Panaderia de Don Salvador, de la Panificadora Universal, de la Gerlero,etc…
Recuerdo muy bien el pan blanco largo y redondo, otro pan blanco de leche enharinado; de igual forma las famosas guarachas, las campiranas, las semitas de a cutro y de a diez centavos; los turrones y las monjas, los bollitos de yema y de media yema; las manitos, las patonas y las revueltas; y no nos perdamos con las semitas de manteca y para una mejor ilusiòn las galletas de a tres por dos (porque de chicas en cafè se hacian gigantes)
Tambien las semitas pelonas y las hojaldras y para los gustos exentricos “los borrachos”; hoy este producto se alejò de nuestra sociedad, cuando ya comenzò a desarrollarse la reposteria moderna, estos fueron desapareciendo poco a poco y comenzò a fluir en el comercio el pan frances, el baguet, el pan con ajo; los mejores postres en tres leches y diversidad de frutas.

La verdad de las cosas que aùn en las ciudades gemelas aùn se mantiene la tradiciòn en la elaboraciòn de “los panes de antaño”, ya que la receta pasò de generaciòn a generaciòn y asì tenemos las Panaderias Marbo y “pan de Antaño” en Comayaguela; Chinda Diaz en Tegucigalpa y otra familia en el Barrio Abajo; me imagino con los mismos sabores, pero del tamaño ¡¡ uuuuuuuuu !! como decia mi abuela; pues todo es afectado por alto costo de los insumos para su elaboraciòn. Si usted quiere recordar gratos momentos de su juventud, vengase a cualquiera de estos negocios y disfrute del “pan de Antaño” con una tacita de cafè a su gusto.

 


5 Responde a “Las panaderías de Tegucigalpa, envidia para todos”

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