Lo más seguro que los que lean el encabezado dirán ¡Ni loco me meto a las aguas del río Choluteca en Tegucigalpa!, una respuesta congruente con lo que es el río que pasa por la ciudad capital y que por siglos fue el balneario de Tegucigalpa.

El río a la altura de Miramesí a mediados del siglo XX

Todavía muchos de los más antiguos habitantes de la ciudad podrán decir que tomaron la decisión de bañar en el  río Choluteca, un río que poco a poco fue perdiendo su caudal y que se convirtió en foco de contaminación provocado por las aguas negras que en el mismo desembocan, por el desprecio, desapego y malos hábitos de los ciudadanos que ven en el cauce “el basurero” que más cerca les queda.

El Balneario del Río Choluteca

De la siguiente forma William Wells escribió en 1857 una crónica de lo que él vio desde el puente Mallol de Tegucigalpa:

“El panorama que se contempla desde el puente que cruza el Río Grande es interesante para un extranjero… Abajo, las aguas están animadas con los bañistas tanto en la mañana como en la tarde. gritando y sumergiéndose en las ondas, algunos llegan con mulas para bañarlas y darles agua o meten sus caballos a las partes más hondas y nadan montados en los lomos de los animales. Aquí una multitud de chiquillos se tiran en la rápida corriente como si fueran de las islas Sandwich; allá un viejo decrépito, que más parece un mandril que un ser humano, acuclillado en una piedra, pausadamente se echa agua con un huacal. En media milla hacia abajo del puente la mirada se encuentra con grupos de bañistas de ambos sexos lanzándose en las espumas, combinando sus gritos alegres con el ruido murmurante de las aguas.

 

 


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