Las nuevas generaciones preguntarán, ¿castillos en el centro de Tegucigalpa?, la respuesta es sí, El Castillo Bellucci, lugar conocido como residencia por algunos y como atajo por la mayoría que transitaba desde el centro a La Leona y viceversa, una obra arquitectónica que cada día está más lejos de recuperarse.
Hace algunos días me invitaron a una reunión de amigos junto a lo que queda del Bellucci, de momento asaltaron mi memoria muchas historias que viví y otras que me contaron, siempre me pregunté por qué le decían castillo y si realmente lo fue, la verdad es que dicha obra arquitectónica fue la ostentosa residencia del su constructor y forma parte de una enorme colección de edificios y viviendas en la etapa de oro de la arquitectura capitalina donde Bellucci forma parte fundamental en ella.
La Tegucigalpa recientemente convertida en capital de la nación merecía una nueva cara y así se procedió a la contratación de prestigiosos arquitectos y visionarios italianos, uno de ellos Alberto Bellucci quien junto a otros de sus paisanos como Belli y Bressani dejaron huella en el casco histórico de nuestra capital, en caso de Bellucci lo de “huella” es literal porque también fue el fabricante de los bellos ladrillos de piso que se encuentran en los salones y pasillos de edificios públicos construidos en la primera mitad del siglo XX y también de cientos de casas que hoy son calificadas como de valor histórico.
Un Castillo cada día más lejos
Recordé un sin fin de subidas y bajadas por el interior del castillo, las gradas de madera en caracol que quedaban en la parte superior, el olor a humedad, el rótulo de Mirinda de donde dicen procedía el nombre de un personaje de la capital conocido como “Mario Mirinda”, las reuniones de los cipotes del barrio en la casa de Vilma donde escuchábamos “cuentos y leyendas de Honduras” momentos en que ella apagaba la luz y el rechinar del piso de madera ayudaba a pararle los pelos a los niños asistentes, una colección de recuerdos que se habían mantenido rezagados en mi memoria y vinieron a primer plano al ver lo que queda de un espacio que hoy son sólo ruinas.
Las particiones, techos y pisos de madera ya no existen y sólo quedan los soportes, columnas y paredes de material sólido que también se balancean con el viento, una fragilidad tan grande como el patrimonio de los capitalinos que día a día sufre además del paso del tiempo, el abandono y desprecio de sus autoridades que sólo son promesas y como dice el dicho, las palabras y promesas se las lleva el viento.
Duele, la verdad, duele sentirse impotente ante el deterioro que el Castillo Bellucci es sometido día con día, duele saber que en otros lugares se restauran sitios a partir de una piedra que quedó de lo que un día fue una edificación de importancia, duele que los capitalinos no tengan la suerte que tuve de subir y bajar por el interior de lo que el castillo fue, un castillo cada día más lejos del centro y más cerca de su desaparición.
Realmente es decepcionante ver morir la historia de una ciudad!
Si el gobierno no tiene la capacidad intelectual, ética y profesional para la conservación , protección y mantenimiento de estos edificios, entonces que el pueblo se organice para recuperarlos y convertirlos en museos. Por ejem: La Antigua Penitenciería Nacional, La Antigua ENEE, y todos los edificios y casas abandonados.Se hace un patronato: Recuperación del Patrimonio Histórico de la Capital.
Pero hay que tener cuidado de no admitir a personas que sean políticas ni religiosas.
TODOS A RECUPERAR LA HISTORIA POR AMOR A HONDURAS!