La respuesta general será que sí hacía más frío, expresión fruto de la experiencia de algunos y de lo que han escuchado de otros. Pero, ¿y si nos vamos a tiempos en los que ninguno de nosotros soñaba con existir? Sin duda, las respuestas serían mucho más interesantes.

Tegucigalpa recibe varios frentes fríos al año – Foto de La Prensa

Cada año el Distrito Central recibe varios frentes fríos, además de la baja de temperatura natural que se produce al final y principio del año.

¿Cómo se producen las bajas temperaturas?

Sin considerar la influencia de los frentes fríos existen dos factores por lo cuales Tegucigalpa tiene temperaturas agradables, más que todo en invierno y en las noches. El primero de ellos es la elevación, donde el promedio es de 990 msnm, contando con sitios que sobrepasan los 1500 msnm especialmente en las zonas semi-urbanas al Norte de la ciudad. En adición, el otro factor son los vientos que soplan en predominancia desde la dirección Nor Noroeste. En este sentido el Centro de Tegucigalpa recibe los vientos que vienen desde La Tigra y del corredor que baja desde Santa Lucía, convirtiéndose en un “aire acondicionado” natural.

Pensar que hoy pudiera nevar es una utopía, pero hace 150 años todo era diferente

¿Por qué la diferencia entre el antes y ahora?

Si bien es cierto que la cantidad de vegetación en la zona urbana influye, la contribución mayor viene de las zonas que rodean la ciudad y desde donde vienen los vientos, lugares que con el pasar de las décadas se han urbanizado, eliminando un porcentaje de la foresta que en un tiempo contribuía con las bajas temperaturas. Sin embargo, el componente de calor mayor es producto de la propia urbanización local, donde techos de metal y concreto, losas, aceras y pavimentos, tardan más en liberar el calor solar que recibieron en todo el día, una diferencia enorme en comparación de cuando las calles eran de tierra y los techos eran de teja de arcilla, que liberan más rápidamente el calor recibido.

¿A que niveles llegaba el frío en tiempos antiguos?

Según datos de la UNAH, entre 1979 y la actualidad la temperatura promedio anual de Tegucigalpa ha aumentado en 3 °C, siendo el más reciente promedio de 30.85 °C, en ese lapso y previos se han registrado temperaturas extraordinarias de 8 °C hasta 4 °C en 1976, con variaciones a la baja dependiendo de la elevación del sitio de la capital.

Habiendo considerado en su panorama mental lo expuesto previamente, es fácil deducir que las condiciones de retención calórica existentes hace más de un siglo eran despreciables, además que los límites de Tegucigalpa llegaban por el Este a los potreros del Guanacaste y por el Norte en la zona del Picacho lo poblado apenas llegaba a Leona, por lo tanto las condiciones contribuían a experimentar menores temperaturas.

Existen varias referencias antiguas acerca de la temperatura y la más espectacular es la reportada por William Vincent Wells, donde relata que en 1848 Tegucigalpa recibió una tormenta extraordinaria de nieve y granizo.

Sí, leyó bien, nieve, detallando que las capas de hielo llegaron a tener un grosor de 1.22 metros, eventos que ocurren cuando las temperaturas bajan de 0 °C.

Otra referencia viene del escritor Marco Antonio Rosa quien relata que en sus primeros años de vida, coincidentes con los primeros del siglo XX, Tegucigalpa era considerada “La ciudad de las neblinas.” En su relato cuenta que desde octubre hasta enero, esa era la atmósfera imperante en su ciudad, la que es precisamente el Casco Histórico actual, situación climatológica que hoy se reduce a ciertos días y con la contribución de frentes fríos.

El frío de Tegucigalpa llegaba a niveles insospechados _ Foto de Ram On
El frío de Tegucigalpa llegaba a niveles insospechados _ Foto de Ram On

Dentro de todo, el panorama no es tan sombrío, y se puede mejorar, en el caso del sector urbano, creando espacios libres de concreto o pavimento, creando techos verdes en vez de concreto, plantando árboles y vegetación, pero lo más importante es evitar que se siga urbanizando la zona de donde vienen los vientos. Esto por supuesto incluye la preservación de bosques, así es que si tiene un proyecto de reforestación ya sabe donde los nuevos árboles contribuirán en la temperatura general, quizá y con mucho esfuerzo algún día lo que nos contó William Vincent Wells pudiera ser de nuevo una realidad, todo está en nuestras manos.


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